22 de junio

El límite de la libertad de expresión en el humor es la dignidad humana

“Nosotros hubiéramos levantado la mano para decirles que burlarse de alguien no es gracioso”, fue la respuesta que envió a través de un video Edgar Gómez, capitán de la selección peruana de futsal down, a dos cuestionados youtubers por burlarse de él y sus compañeros. Estos youtubers, también comediantes, han sido protagonistas de comentarios ofensivos excusados bajo la careta del mal llamado humor negro. Estos recientes hechos, como mofarse de la condición de las personas con síndrome de Down o de la agresión sexual a una menor, hizo necesaria y urgente la reflexión sobre cómo la violencia se cuela en los discursos del humor y la representación de las diversidades históricamente vulneradas. Por este motivo, el Observatorio de Medios (iniciativa de A.C.S. Calandria y CONCORTV) realizó el 10 y 17 de junio el ciclo de conversatorios “No es broma, es violencia”.

En estos webinars participaron diversos especialistas e investigadores en medios de comunicación (tradicionales y digitales), violencia de género, etnicidad, antropología y educación. “La burla es una forma de extrema vigilancia, donde la sociedad vigila las conductas y roles de las mujeres y los hombres”, comentó el antropólogo Alexander Huerta. Añadió que esta vigilancia y modo de dominancia tiene origen en la época colonial, y su persistencia se ve reflejada actualmente en la agresividad del humor.

Asimismo, el psicólogo Manuel Arboccó refirió que el nivel de comicidad peruano no está a la altura del nivel educativo. Pero esto no representa un conflicto para las personas que consumen esta comicidad, pues existe un grado de complicidad entre los creadores de estos contenidos con la audiencia que les otorga altas cifras de rating o visualizaciones. A este comentario, se sumó la investigadora Alina Antón, quien explicó que la palabra en el humor, como su elemento clave, ha tenido una tendencia de degradación de lo digno a lo despreciable.

Lo que reproducen los programas de televisión y las emisoras de radio en cuanto al humor no distan mucho de lo que ocurre en otros países de la región. De hecho, el investigador y experto radiofónico cubano, José Ignacio López Vigil, enumeró las cinco puntas del humor latinoamericano: mujeres, homosexuales, etnias racializadas, extranjeros y discapacitados o personas que no encajan en estereotipos de belleza hegemónica. Por otro lado, el comunicador, Luis Alarcón, recoge que el humor que se practica en los programas cómicos responde a la vinculación que este tiene con lo popular y lo racial, donde se burlan de todo lo percibido como diferente. Por ejemplo, la representación indigna de la mujer, especialmente de la mujer indígena y afrodescendiente en la comicidad, es un mal endémico que sufre la televisión por décadas.

Las activistas, Sofía Carrillo y Tarcila Rivera, coinciden en que estas etnicidades han sido objeto de los programas humorísticos donde son víctimas de estereotipos, violencia simbólica y racismo. A su vez, la activista e investigadora afroperuana, Ana Lucia Mosquera Rosado, rememoró la producción de memes en medios sociales con alta carga discriminatoria en torno a las elecciones presidenciales donde se burlaban de la vestimenta, modo de hablar y costumbres de las personas indígenas.

En el 2021, se promulgó “Mujeres libres de violencia”, Decreto Supremo que aprueba la Estrategia Nacional de la Violencia de Género contra las Mujeres. Esto evidencia que nuestras autoridades conocen de la problemática, sin embargo parecen no dimensionarla. Como señaló el doctor en comunicaciones y especialista en estrategias de comunicación, Santiago Carpio, “a pesar que también existen políticas públicas para la (auto) regulación de los contenidos, estas no se cumplen a través de los programas de información ni de entretenimiento.

Pero ¿qué podemos hacer? Los medios, a través de los comunicadores/periodistas deben mejorar su rol en favor de la erradicación de la violencia y la no discriminación, ya sea en espacios informativos o de entretenimiento. Como recomendó José Ignacio López Vigil, “tenemos que hacer chistes elegantes, inteligentes y feministas; presentar un humor creativo en los medios”. A su vez, los ciudadanos deben permanecer vigilantes y conocer los canales de denuncia cuando presenciamos este tipo de vulneraciones contra la dignidad de las personas.

Así como hicieron los futbolistas de la selección peruana down, levantar la mano y pronunciarse, hacer valer su opinión y sentir: que el poder de las palabras pueden herir y generar más dolor que un golpe.

Mira el ciclo de conversatorios