[insertcats]

Un sembrador de conciencia ambiental, la historia de George Lezama (Madre de Dios)

En el marco del trabajo sistémico del proyecto Educomunicación sobre cambio climático y degradación ambiental en Lima, Cusco y Madre de Dios, proyecto ejecutado por la ACS Calandria y Tejiendo Sonrisas y con el apoyo de la Unión Europea en el Perú, presentamos historias de cambio de jóvenes ambientalistas, líderes en sus espacios de desarrollo, quienes han encontrado en algunas iniciativas del proyecto, una forma de transformar su ímpetu en acciones concretas a favor del medioambiente. Te invitamos a conocer la historia deGeorge Lezama, activista ambiental de Madre de Dios.

George Lezama tiene una relación particular con la Reserva Nacional Tambopata: acompañó a su papá educador, conoció a voluntarios, creó agrupaciones ambientales y hasta fue guardaparques por una temporada. Allí también, en ese espacio de biodiversidad, forjó su propia conciencia ambiental y decidió difundirla.

Cuando le preguntan a George Lezama acerca del regalo perfecto, él responde sin dudar: un día de desconexión en plena naturaleza. Está convencido de que todos, al menos una vez en la vida, debemos tener esa experiencia natural. No solo para relajarse, sino también para reflexionar, para regular nuestro reloj biológico y tratar de recobrar el equilibrio perdido. A sus 22 años, Lezama asume con pasión su defensa del medio ambiente desde la academia y desde la comunidad. Por un lado, estudia dos carreras (Derecho e Ingeniería Forestal); por el otro, lidera una organización de voluntarios ambientales.

Su padre es un destacado líder de programas de educación ambiental. Por ello, desde niño, George recorría colegios de Puerto Maldonado y otros lugares recónditos de Madre de Dios acompañando a su papá. Aprendió de diferentes generaciones de voluntarios de la Reserva Nacional Tambopata y vio, en esos jóvenes, una segunda familia. Fueron ellos quienes sembraron en George Lezama un intenso amor por la naturaleza.

Sin embargo, recién en la adolescencia, identificó su vocación. “Mi labor empieza al darme cuenta de que nuestro planeta se está degradando poco a poco. Y si quieres un cambio, tienes que empezar por ti mismo. Mi amor por la naturaleza ha sido un llamado a la acción para ponerme manos a la obra”, dice George. Entonces se involucró en el activismo medioambiental, fue brigadier ecológico en su colegio y formó el Club de Miniguías de la Reserva Nacional Tambopata. Allí recibió capacitaciones sobre la Amazonía, las cuencas de los ríos, los medios de vida y la importancia de proteger los diferentes ecosistemas de Madre de Dios.

Con el conocimiento recibido, George también se convirtió en un sembrador de conciencia y aprecio por el entorno natural, compartiendo su aprendizaje con otros niños, niñas y adolescentes. Entre los programas, recuerda las clases sobre reciclaje, cuando batallaba con las manualidades junto a su equipo para crear figuras y dibujos con botellas de plástico y periódicos reutilizados.
Cuando ingresó a la universidad, fue enfrentando diversas responsabilidades y tuvo que balancear su vida académica y su activismo ambiental: estudiaba los días de semana y reservaba sábado y domingo, para el voluntariado.

Tiempo después, asumió el liderazgo de ProAmbiente de la Reserva Nacional Tambopata, con el respaldo de sus compañeros. En la práctica, es una organización de jóvenes que buscan despertar conciencia en la sociedad acerca del valor de los bosques, los recursos naturales y la conservación de la Amazonía. La organización desarrolla programas de educación ambiental (por ejemplo, “Camino a lago”, “Paquete de hojas”, “Pepe, lobo del río”) para escolares y jóvenes de Madre de Dios.

Ser activista ambiental

Su mejor experiencia hasta ahora fue la temporada que pasó como guardaparque voluntario en el Puesto de Control La Torre en pleno corazón de la Reserva Nacional Tambopata, una de las zonas más biodiversas del país. Durante esos días, alejado de la ciudad, disfrutó de las labores de monitoreo de animales y las jornadas de patrullaje acompañando a los guardaparques oficiales. Incluso vio el cruce de varias familias de monos sobre las copas de los árboles, apenas metros por encima de su cabeza.

“En los últimos años han aparecido nuevas organizaciones en la ciudad que significan un cambio generacional. Mi generación y las más jóvenes deseamos con más ganas proteger la naturaleza”, dice George con optimismo sobre el cambio de mirada de la sociedad de Puerto Maldonado hacia sus recursos naturales. “Madre de Dios es Capital de la Biodiversidad del Perú, pero también sufre por la minería ilegal y la tala de árboles, sin mencionar la paradoja de que nuestra ciudad carezca de áreas verdes”.

Gracias al proyecto “Educomunicación sobre cambio climático y degradación ambiental” conocimos la cruzada personal de George Lezama. Desde entonces, nos acompaña para conectar audiencias digitales a través de las redes sociales, reuniendo casos concretos que pueden adoptarse para la vida cotidiana y así, reducir el impacto negativo hacia el medioambiente. George es uno de los activistas más comprometidos con Madre de Dios y la Amazonía. Sin embargo, no siente que lo hace lo convierta en una persona especial. Siente, más bien, que su ejemplo puede motivar a otros jóvenes en sus propias comunidades a formar grupos de acción ambiental. Para que ellos también puedan “ponerse manos a la obra por el planeta”.